El CEO de OpenAI, Sam Altman, decidió abandonar la universidad para lanzar su primer startup, Loopt, y para él, no fue tan arriesgado como podría parecer.
En su relato, Altman explica que la decisión de dejar Stanford en 2005 no fue especialmente calculada, sino más bien inesperada. Para él, surgió una oportunidad que parecía divertida de probar y, sobre todo, se dio cuenta de que tenía la posibilidad de regresar. Esta idea de que la mayoría de las cosas no son un callejón sin salida, sino que se pueden deshacer, fue fundamental para él al momento de tomar ese riesgo.
En el caso de Altman, siempre existió la opción de regresar a la universidad y obtener su título universitario si las cosas con Loopt no funcionaban. Sin embargo, a pesar de que Loopt no llegó a consolidarse como se esperaba, la tecnología que desarrollaron resultó ser prometedora, ya que los servicios de ubicación se convirtieron en un componente clave de prácticamente todas las aplicaciones móviles. Finalmente, la empresa se vendió al banco Green Dot en 2012 por $43.4 millones, lo que situó a Altman en el mapa del Silicon Valley.
En la mente de Altman, el riesgo valió la pena. Aunque él no veía el lanzamiento de una startup como algo sumamente arriesgado, la sociedad en general suele ser aversa al riesgo, lo que hace que su decisión parezca más drástica de lo que realmente fue. Para él, la trayectoria profesional tradicional ya no es tan gratificante como solía ser en el pasado, y con la llegada de la inteligencia artificial, es probable que las cosas se vean aún más alteradas.
Los caminos profesionales actuales ofrecen más oportunidades para corregir errores, según Altman. Existen pruebas sustanciales de que los trabajadores millennials y de la Generación Z están más abiertos a cambiar de empleo que generaciones anteriores, y no ven ningún estigma negativo en hacerlo.
Por lo tanto, Altman alentó a los estudiantes de secundaria a considerar el riesgo como optar por demasiada estabilidad. En un mundo tan dinámico, lo arriesgado es no intentar aquellas cosas que podrían realmente tener éxito.
Además, advirtió sobre el sentimiento de arrepentimiento que puede surgir de un enfoque excesivamente cauteloso. Sin ningún riesgo, podríamos mirar atrás a nuestra carrera, 10, 20, o 30 años después y lamentar no haber intentado aquello que realmente queríamos probar.
En resumen, Altman animó a los estudiantes a atreverse a explorar nuevas oportunidades y a no quedarse con la duda de «¿Qué hubiera pasado si…?». Aunque con un toque de humor, el CEO de OpenAI dejó claro a su audiencia: «Por favor, no vayan a casa y les digan a sus padres que les he recomendado abandonar la universidad».