La revolución verde se sustenta en chips: no hay una manera sostenible de hacer el ecosistema de semiconductores frágil en el corto plazo

En los últimos años, ha habido una renovada atención sobre la sostenibilidad de los semiconductores. Se ha estado construyendo un coro para mejorar la sostenibilidad de la fabricación y el uso de chips. En 2022, la COP27 vio la creación de un Consorcio Climático de Semiconductores con 60 miembros fundadores comprometiéndose a reducir las emisiones a 0% para el año 2050.

Es comprensible por qué los chips serían un objetivo. Son omnipresentes y su número y uso simplemente seguirán aumentando. La mayoría de las etapas de su compleja cadena de suministro, desde la extracción de materias primas hasta el transporte de productos terminados, el procesamiento, calentamiento y enfriamiento requeridos en la producción, hasta el reciclaje, producen emisiones significativas.

El silicio, el material básico utilizado para construir chips, se crea famosamente en hornos a partir de arena o cuarzo quemando una mezcla de carbón y astillas de madera. Las necesidades de energía y agua para que la industria funcione son elevadas y siguen aumentando. La fabricación de chips avanzados de 3 nm puede consumir casi 8 mil millones de kilovatios-hora anualmente. En algunos casos, el impacto en las comunidades ha sido visible. TSMC, el fabricante de chips más grande del mundo, consume el 6% de la electricidad de Taiwán y el 10% de su agua, lo que lleva a escasez de agua. Y los contaminantes de la industria en el Área de la Bahía han convertido varios sitios en tóxicos.

Pese a ello, los gobiernos y las empresas de semiconductores deben ser cuidadosos en cómo abordan la sostenibilidad de los chips en este momento. Acabamos de pasar por una escasez de chips que llevó a las economías a sus rodillas. La escasez también puso de manifiesto los posibles beneficios económicos y de seguridad nacional de aumentar y localizar la producción de chips. La CHIPS and Science Act aprobada a principios de este año en los Estados Unidos ha generado impulso detrás de la fabricación de chips, y los problemas de sostenibilidad deben abordarse de una manera que no frene este impulso.

Esto no tendrá tanto costo como uno pueda imaginar. La mayor parte del enfoque actual está en las emisiones, y la industria de chips produce solo entre el 0.1 y el 0.2% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono equivalente. Esto es poco si se considera el gran impacto económico que producen.

Los chips sirven como impulsores clave para las redes inteligentes, la transición a las energías renovables, el transporte inteligente y eléctrico, las cadenas de suministro y logística con bajo impacto de carbono, las videoconferencias, la agricultura inteligente, el descubrimiento de fármacos y la fabricación con eficiencia energética, lo que ayuda a avanzar hacia los objetivos globales de sostenibilidad. El impacto económico de los chips también ayuda a una mayor adopción de tecnologías sostenibles. Se podría argumentar que el impacto de sostenibilidad de extremo a extremo de los chips es probablemente positivo, a pesar de sus emisiones y de sus importantes necesidades de energía y agua.

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