La crisis en Venezuela ha sido uno de los conflictos más largos y complejos de América Latina en las últimas décadas. El poder de Nicolás Maduro, sustentado por el fraude electoral, ha desafiado todas las predicciones. Una razón clave para su continuo mandato es el apoyo directo de Cuba.
Según Jorge G. Castañeda, exministro de Relaciones Exteriores de México, la intervención cubana no solo ha reforzado la estabilidad del régimen de Maduro, sino que también ha hecho que cualquier solución sea poco probable sin la aprobación de La Habana.
Durante años, se ha discutido el papel que juegan los cubanos en Venezuela. Castañeda explicó cómo el régimen de Maduro ha sido respaldado por un contingente cubano que actúa como una especie de «guardia pretoriana», protegiendo al líder venezolano de cualquier intento de derrocamiento.
Esta situación, raramente vista en la historia reciente, ha sido un factor crucial para evitar que las fuerzas armadas venezolanas tomen medidas que puedan desestabilizar el régimen. El contingente cubano, según Castañeda, está formado por agentes de inteligencia que monitorean constantemente las fuerzas armadas venezolanas, asegurando que ningún movimiento interno amenace el poder de Maduro.
Los cubanos, fieles a su propio país en lugar de Venezuela, tienen la tarea de preservar el control de Maduro para salvaguardar los intereses de La Habana. Castañeda señala que los oficiales cubanos no se ven afectados por las crisis económicas y sociales de Venezuela, lo que los hace inmunes a presiones que podrían influir en los funcionarios militares locales.
El apoyo cubano a Maduro no se limita a lo militar. La influencia cubana se extiende a las instituciones políticas y económicas de Venezuela, evidente en políticas de control social y represión de disidencias, reflejando el modelo cubano.
Además, el gobierno de Maduro ha adoptado un enfoque de economía de subsistencia similar al de Cuba, dependiendo en gran medida de la ayuda internacional y la explotación de recursos naturales para sobrevivir. La relación entre Cuba y Venezuela se ha solidificado a través de acuerdos comerciales y energéticos, como el intercambio de petróleo venezolano por servicios médicos brindados por Cuba.
Este tipo de acuerdo ha permitido a Cuba eludir las sanciones internacionales impuestas por Estados Unidos, mientras que Venezuela se beneficia del apoyo estratégico de una de las dictaduras más duraderas de la región.
Castañeda sostiene que la única forma de cambiar la postura de Cuba con respecto a Venezuela es mediante la normalización de las relaciones con Estados Unidos. Él cree que la difícil situación económica de Cuba hace que la eliminación de las sanciones estadounidenses y la reactivación de las remesas sean la única salida viable para La Habana. Este incentivo podría hacer que Cuba reconsidere su apoyo a Maduro y busque una solución más negociada a la crisis venezolana.
La presidencia de Claudia Sheinbaum en México ha generado incertidumbre sobre cómo manejará la política exterior del país frente a la crisis venezolana. Castañeda ha expresado su preocupación de que el enfoque de Sheinbaum podría ser aún más pasivo que el de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Mientras que AMLO al menos llamó a discusiones en foros internacionales, Sheinbaum ha adoptado una postura más neutral, indicando que su gobierno seguirá siendo «imparcial» respecto a Venezuela.
Esta neutralidad podría tener consecuencias negativas para México en la región. Una falta de postura clara debilita los esfuerzos de países como Colombia y Brasil, que han liderado la presión internacional por una solución pacífica en Venezuela. El enfoque tibio de Sheinbaum apoya indirectamente a regímenes comunistas.
Claudia Sheinbaum enfatizó que al igual que Colombia, Brasil y Estados Unidos han tomado posiciones con respecto a Venezuela, «nuestra posición es constitucional». Ella afirmó: «De ahora en adelante, nos mantendremos, digamos, imparciales al respecto.»
En conclusión, la crisis en Venezuela se ve profundamente influenciada por la intervención cubana y la postura de países como México frente a la situación. La resolución de esta crisis compleja requerirá no solo acciones internas en Venezuela, sino también un cambio en las dinámicas regionales y en las relaciones internacionales.