La inteligencia artificial ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años, con modelos de lenguaje grandes capaces de escribir ensayos y resolver ecuaciones en cuestión de segundos. Sin embargo, a pesar de su aparente omnisciencia, estos sistemas a veces se equivocan de manera tan espectacular que se convierten en memes virales. Esta desconexión con conceptos tan simples como las letras y sílabas nos recuerda que, en realidad, estas IA no piensan como los humanos.
La arquitectura de los modelos de IA se basa en transformadores, que descomponen el texto en tokens. Estos tokens pueden ser palabras completas, sílabas o incluso letras, dependiendo del modelo. Sin embargo, el problema radica en que estos transformadores no pueden entender o generar texto de manera eficiente. Más bien, convierten el texto en representaciones numéricas para luego proporcionar una respuesta lógica.
El desafío de corregir esta limitación es complicado, ya que está arraigado en la arquitectura misma que sustenta a estas IA. Incluso al tratar de definir qué es una «palabra» para un modelo de lenguaje, surgen discrepancias sobre cómo segmentar el texto en unidades significativas.
Este problema se vuelve aún más complejo cuando consideramos la diversidad de idiomas que estos modelos pueden aprender. Algunas formas de tokenización pueden no ser aplicables a lenguajes que no utilizan espacios entre palabras, como el chino, japonés o coreano.
A pesar de estas limitaciones, el campo de la inteligencia artificial avanza constantemente. Nuevos productos como «Strawberry» de OpenAI prometen un mayor nivel de razonamiento y comprensión. Además, las IA diseñadas para el razonamiento matemático, como AlphaProof y AlphaGeometry 2 de Google DeepMind, están logrando resultados destacados en competencias prestigiosas.
En última instancia, a pesar de las imperfecciones actuales, el potencial de la inteligencia artificial para transformar nuestras vidas es innegable. A medida que continuamos explorando y mejorando estas tecnologías, es importante recordar que el camino hacia la perfección puede ser largo y lleno de desafíos, pero el progreso es innegable.