El retiro de las bases militares de Estados Unidos en Níger y la llegada de tropas rusas: ¿qué significa para la región?
Mientras los talibanes disfrutan de miles de millones de dólares en armas estadounidenses dejadas por la administración Biden en Afganistán, la junta militar que tomó el control de Níger ahora cuenta con dos bases estadounidenses que serán ocupadas por tropas rusas.
Estados Unidos ha entregado oficialmente sus últimas bases militares en Níger a las autoridades nigerinas, marcando el fin de una importante misión contra el terrorismo en la región.
Esta entrega se finalizó el 5 de agosto de 2024, con la transferencia de la Base Aérea 201 en Agadez, siguiendo la retirada anterior de la Base Aérea 101 en Niamey. La salida se produce después de que la junta militar de Níger terminara el acuerdo que permitía a las tropas estadounidenses operar en el país en marzo de 2024.
En 2023, la junta militar de Níger derrocó al presidente electo democráticamente. Este golpe llevó al deterioro de las relaciones entre Níger y sus aliados occidentales, incluidos los Estados Unidos.
La decisión de la junta de poner fin al acuerdo que permitía las operaciones militares estadounidenses fue influenciada por su deseo de pivotar hacia otras alianzas internacionales, especialmente con Rusia. Moscú está reemplazando a Estados Unidos y Francia como socios de seguridad del país, y las tropas rusas se están trasladando a las antiguas bases estadounidenses.
Tras el golpe, la junta suspendió la constitución, impuso prohibiciones de salida a los ciudadanos y confiscó riquezas. Han sido responsables de graves violaciones de los derechos humanos, incluida la detención arbitraria de miembros de la oposición, funcionarios gubernamentales y periodistas.
Muchos de los detenidos fueron retenidos sin un debido proceso y sometidos a duras condiciones. La libertad de prensa ha sido severamente restringida, con periodistas enfrentando amenazas, acoso y arrestos, lo que ha llevado a muchos a autocensurarse por miedo a represalias.
Varios emisoras de noticias internacionales fueron suspendidas indefinidamente, creando un vacío de información. Además, la junta se ha retirado de varias organizaciones internacionales, aislando aún más al país en el escenario global.
La presencia militar de Estados Unidos en Níger tenía como objetivo principal combatir a grupos terroristas islámicos en la región del Sahel, incluidos los vinculados a Al-Qaeda, Boko Haram y el Estado Islámico.
La región del Sahel ha experimentado una ola de golpes militares en los últimos años, convirtiendo a Níger en la última democracia restante y en las últimas bases estables para operaciones antiterroristas de Estados Unidos.
La actividad terrorista en la región, incluidos los ataques de Boko Haram, ISIS-K y grupos afiliados a Al-Qaeda, ya ha aumentado. Con la retirada militar de Estados Unidos, existe un mayor riesgo de escalada.
Esto amenaza no solo a Níger, sino también a socios regionales como Nigeria, Burkina Faso, Malí y Chad, que han dependido del apoyo estadounidense para inteligencia y entrenamiento militar para combatir estas amenazas terroristas.
Después de la entrega de las bases estadounidenses en Níger, el ejército de Estados Unidos ahora solo tiene una base permanente en todo el continente: Camp Lemonnier en Yibuti (CLDJ). Además de Camp Lemonnier, el Comando de África de Estados Unidos mantiene varias ubicaciones temporales o de contingencia en África.
Estas incluyen presencias militares en Kenia (Manda Bay), Camerún (Localización de Contingencia Garoua) y Egipto (Campaña Multinacional de Fuerzas y Observadores del Sur). Estas bases no se consideran permanentes, pero se utilizan para misiones específicas, entrenamiento y apoyo a las fuerzas locales.
Los medios estatales chinos aprovecharon rápidamente la retirada de Estados Unidos, declarando que la decisión de Níger demuestra «vigilancia local, oposición a la hegemonía».
El Global Times, portavoz del Partido Comunista de China (PCCh), informó que «Para Níger, la completa retirada de las tropas estadounidenses significa que el país africano continúa en el camino de deshacerse de la intervención militar occidental.
También es un paso hacia la completa independencia de los países occidentales». Esta afirmación es irónica, dado que Níger ahora caerá más profundamente en la órbita de Moscú y albergará al Ejército ruso. A cambio de entrenamiento militar, armas y apoyo ruso, Moscú quiere tomar el control de las minas de uranio de Níger, que anteriormente eran operadas por Francia.
La retirada de bases militares clave debilita la capacidad de Estados Unidos para llevar a cabo operaciones antiterroristas en África occidental, lo que potencialmente permite que los grupos terroristas operen con más libertad.
Esta retirada también señala una disminución de la influencia de Estados Unidos en la región, abriendo la puerta para que Rusia y China expandan su presencia e influencia. Rusia, en particular, ya ha comenzado a establecer una posición más sólida en Níger y la región, brindando apoyo militar a todas las juntas que ahora controlan los países del Sahel, incluidos Burkina Faso, Malí y Chad.
Este cambio podría alterar el equilibrio de poder en África occidental, ya que los actores regionales reevalúan sus alianzas y estrategias. Para Estados Unidos, este desarrollo requerirá una reestructuración de su estrategia antiterrorista en el Sahel y la búsqueda de nuevos socios regionales para albergar operaciones militares.
A nivel mundial, la retirada de Estados Unidos de Níger puede ser percibida como un retroceso de sus compromisos, lo que podría afectar su imagen como un socio confiable en la seguridad global. Este mensaje probablemente será amplificado por Rusia y dirigido a Ucrania, así como por China hacia Taiwán.
Esta percepción podría tener implicaciones más amplias para la política exterior de Estados Unidos, influyendo en la dinámica de su competencia con Rusia y China no solo en África, sino también en otras regiones estratégicas en todo el mundo. En particular en Oriente Medio, que ahora se encuentra al borde de un conflicto importante, varios grupos extremistas islámicos en el Sahel, en particular aquellos vinculados a Al-Qaeda y el ISIS, han prometido su apoyo a Hamas, Hezbollah, Irán y los hutíes.
Esta mayor alineación de grupos extremistas amenaza aún más la estabilidad regional y desafía los esfuerzos de Estados Unidos por mantener influencia y asociaciones de seguridad.