Las clases que terminan en junio significan alegría ilimitada para los niños, ¿verdad? ¡No si son parte de los 30 millones de estudiantes que califican para el programa de comidas asistidas por el gobierno y que ahora enfrentan probablemente «hambre durante el verano»! Esto se debe a que las familias con inseguridad alimentaria pierden el acceso a los desayunos y almuerzos gratuitos en la escuela en los que sus hijos dependen durante el resto del año, lo que trae consigo más ansiedad, problemas de salud y declive académico.
Según Rachel Sabella, directora de No Kid Hungry New York, una campaña con el objetivo de erradicar el hambre infantil a nivel nacional, el verano es la época más hambrienta del año. Una encuesta encargada por la organización y realizada en mayo reveló que el 41% de los padres luchan de alguna manera para proporcionar alimentos cuando la escuela está cerrada, y que casi la mitad (44%) de los padres están más preocupados ahora que el año pasado por alimentar a sus hijos.
Además, la encuesta encontró que entre los padres que luchan por proveer para todos en el hogar, el 75% está al menos algo preocupado por la posibilidad de pagar los alimentos durante las vacaciones escolares, mientras que casi la mitad (42%) reportaron omitir comidas ellos mismos para asegurarse de que sus hijos fueran alimentados. La mayoría dijo que han ajustado su presupuesto cuidadosamente (60%) o recortado otros gastos (52%) para abordar las preocupaciones alimenticias durante el verano.
La encuesta, que se realizó en mayo y cuyos resultados se dieron a conocer el 20 de junio, recopiló respuestas de 459 padres estadounidenses con niños menores de 18 años. Su objetivo era obtener información actualizada sobre la realidad del hambre durante el verano, que los expertos ya saben conduce a problemas de salud física, conductual y mental para los niños, así como a un bajo rendimiento académico cuando comienza la escuela nuevamente, conocido como «la pérdida de verano», que afecta desproporcionadamente a los niños de bajos ingresos.
«Cuando los niños y las familias no comen suficiente, esto afecta tanto a su salud física como mental. Sabemos que los niños que comienzan el día con el desayuno escolar tienen tasas de asistencia más altas, les va mejor en la escuela y tienen menos problemas de salud a largo plazo», explica Sabella a Fortune. «Cuando no tienen acceso regular a estas comidas durante los meses de verano, eso los retrasa. Y puede llevar a esa pérdida de aprendizaje.»
La organización enfatiza que las comidas están disponibles y alienta a las familias elegibles a aprovecharlas. También resalta la importancia de buscar ayuda y destigmatizar la inseguridad alimentaria.
El programa No Kid Hungry aboga por dos tipos de programas federales que se implementarán este año: el EBT de verano, disponible a nivel nacional para los estados que opten por participar, brindando a las familias elegibles $120 como beneficio de compras de verano, y los programas de comidas no concomitantes, como recogida y entrega a domicilio, para comunidades rurales. También se sugieren otras soluciones, como proveedores locales de alimentos de emergencia y bancos de alimentos.
En resumen, es crucial reconocer la importancia de abordar la inseguridad alimentaria durante el verano para garantizar la salud física, mental y el rendimiento académico de los niños. La colaboración y la difusión de programas y recursos son fundamentales para superar este desafío y apoyar a las familias que luchan con esta problemática. ¡Juntos podemos marcar la diferencia!