Argentina ocupa actualmente el puesto 47 en el Índice Global de Inteligencia Artificial. Este prestigioso ranking pone de relieve que una de nuestras principales fortalezas es la ausencia de barreras políticas, económicas y regulatorias que impidan el desarrollo de la IA.
El impacto global de la inteligencia artificial (IA), especialmente con el auge de la IA generativa (capaz de crear nuevos contenidos) y la IA multimodal (diseñada para manejar diversos tipos de datos como texto, imágenes, audio y video), ha generado un amplio debate sobre la necesidad de leyes regulatorias y su alcance. Muchas, que aún operan dentro de un marco analógico de pensamiento legal, apuntan a prohibir, restringir o limitar la creación, despliegue y uso de la IA sin comprender plenamente sus características únicas, la convergencia tecnológica y la aceleración que trajo consigo la Cuarta Revolución Industrial.
En el Congreso Nacional de Argentina se han presentado varios proyectos de ley para regular diversos aspectos, tanto generales como específicos, del uso de la IA. En este contexto, surge una pregunta clave: ¿necesitamos leyes regulatorias de la IA o debemos centrarnos en una estrategia nacional de IA?aaaaaaaaaaaa
En 2019, Tortoise Media, una organización de medios con sede en el Reino Unido conocida por su enfoque distintivo llamado «periodismo lento», que se centra en informes en profundidad y análisis reflexivos, lanzó el Índice Global de IA. Esta herramienta mide y clasifica el estado del desarrollo de la IA en todo el mundo. El índice evalúa la preparación de un país para aprovechar los beneficios de la IA, considerando factores como la investigación, el desarrollo, el talento y la integración de las tecnologías de IA en la economía.
El Índice Global de IA se basa en tres pilares principales (Implementación, Innovación e Inversión) divididos en siete subíndices. La implementación examina el talento (disponibilidad de profesionales capacitados en IA y la calidad de las instituciones educativas), la infraestructura (las capacidades tecnológicas y la infraestructura necesarias para las soluciones de IA, incluida la conectividad digital y la potencia informática) y el entorno operativo (factores políticos, económicos y regulatorios que afectan la adopción de la IA y la percepción pública de la IA). La innovación se centra en la investigación (midiendo la calidad y cantidad de la investigación en IA, incluidas las publicaciones científicas y las patentes) y el desarrollo (inversión en investigación y desarrollo de IA por parte de los sectores público y privado). La inversión analiza la gobernanza (evaluando las regulaciones, la legislación y las políticas públicas que respaldan el desarrollo y la adopción de la IA) y el comercio (examinando la actividad económica relacionada con la IA, desde las inversiones hasta la adopción de tecnologías de IA por parte del sector privado).
Además, el índice evalúa la escala y la intensidad. La escala mide la capacidad de un país para implementar y expandir las tecnologías de IA a gran escala dentro de su economía y sociedad. Los países con puntajes altos aquí no solo están realizando investigaciones en IA, sino que también tienen los recursos para aplicarlas de manera efectiva a nivel industrial y social. La intensidad evalúa el enfoque y la dedicación que un país pone en la IA, incluida la priorización del desarrollo de la IA en comparación con otras áreas, y el análisis de la actividad actual y la inversión en investigación, infraestructura y talento.
En conclusión, si bien existe un creciente interés en regular la IA, lo que Argentina (y muchas otras naciones) realmente necesitan es una estrategia nacional integral que incorpore el potencial de la IA para impulsar la innovación, el crecimiento económico y el beneficio social. Tal estrategia posicionaría al país para aprovechar al máximo las capacidades de la IA y, al mismo tiempo, abordar las preocupaciones en torno a la ética, la privacidad y la gobernanza.