El día miércoles, durante un mitin en New Hampshire, Kamala Harris aprovechó la tragedia del tiroteo en una escuela de Georgia para impulsar su agenda política en torno al control de armas. Sin siquiera haber contado los cuerpos y haber identificado al tirador, la vicepresidenta ya estaba politizando la situación.
El incidente ocurrió en la Escuela Secundaria Apalachee en Winder, Georgia, donde nueve personas resultaron heridas y cuatro murieron en la escena. Poco después de las 3 p.m., Kamala usó la oportunidad para vincular la violencia armada con problemas de salud mental y actos violentos causados por medicamentos psiquiátricos.
En un discurso titubeante, Kamala declaró su amor por la Generación Z, sembró el miedo y aprovechó la tragedia para hacer campaña abiertamente. Ella afirmó que es una tragedia sin sentido y que es inaceptable que en Estados Unidos los padres tengan que preocuparse cada día por la seguridad de sus hijos en la escuela.
La realidad es que la violencia armada es un problema complejo que no se resuelve únicamente prohibiendo armas. Es necesario abordar las raíces del problema, que incluyen la salud mental y el acceso a tratamientos adecuados. Culpar únicamente a las armas es simplificar el problema.
Es importante esperar a ver el manifiesto y la historia psiquiátrica del tirador antes de sacar conclusiones apresuradas. Es irresponsable utilizar tragedias para hacer campaña política. Kamala Harris debería centrarse en ofrecer soluciones integrales en lugar de usar el miedo y la tragedia para impulsar su agenda.
En resumen, la violencia armada es un problema complejo que requiere soluciones integrales. No podemos permitirnos politizar tragedias y usarlas para alimentar agendas políticas. Es momento de abordar el problema de manera responsable y buscar soluciones que realmente prevengan futuros episodios de violencia.