Todos saben que a Elon Musk le encanta enfrentarse a retos enormes y aparentemente imposibles. Si bien no siempre lo consigue, esta vez ha logrado algo histórico que realmente podría cambiar el futuro de la exploración espacial.
Este no es solo el quinto vuelo de prueba de un megacohete Starship, el cohete más grande y poderoso jamás construido, que se lanzó el domingo pasado desde la base de SpaceX en Boca Chica, Texas. Lo que hace que este logro sea sin precedentes es lo que sucedió cuando el cohete regresó a la Tierra.
Una de las principales promesas de Musk con SpaceX ha sido la creación del primer cohete completamente reutilizable. Hasta ahora, los cohetes lanzados al espacio se desprendían de partes al reingresar a la atmósfera terrestre, y algunos componentes se perdían y otros se desintegraban. Esto significaba que solo una parte de la nave espacial regresaría, lo que encarecía enormemente las misiones espaciales, ya que los cohetes, que cuestan millones de dólares, solo se pueden usar una vez.
Sin embargo, con este logro reciente, SpaceX ha hecho realidad la reutilización de cohetes. El domingo, el cohete Starship despegó sin problemas, el primer lanzamiento sin problemas después de varios intentos. A los dos minutos de vuelo, el cohete, diseñado con dos componentes principales (el propulsor Super Heavy y la nave espacial superior), se separó.aaaaaaaaaaa
A una altitud de 70 kilómetros y una velocidad de 5.200 kilómetros por hora, el propulsor apagó sus motores, mientras que la nave espacial superior encendió los suyos, y continuaron por caminos separados. Lo que siguió fue una maniobra histórica, ya que el propulsor regresó intacto a la base y fue atrapado cuidadosamente por una abrazadera gigante instalada en la torre de lanzamiento, todo en un lapso de siete minutos. Mientras tanto, la nave espacial superior continuó su vuelo durante una hora y finalmente realizó un descenso controlado en el océano Índico al oeste de Australia, tal como estaba previsto.
Esta maniobra es innovadora porque marca la primera vez que un propulsor utilizado en un lanzamiento ha regresado sano y salvo a la Tierra, lo que nos acerca al objetivo largamente buscado de una nave espacial completamente reutilizable. Aunque recuperar el cohete es un paso importante, el siguiente desafío es garantizar que la nave superior también pueda regresar en perfectas condiciones.
Aún queda un largo camino por recorrer, pero se trata de un avance importante que podría reducir drásticamente el coste de las misiones espaciales, abriendo la puerta a una exploración espacial más frecuente y fomentando la investigación científica que beneficiará a la sociedad.