La lucha contra el crimen financiero: un imperativo global
Si el crimen financiero fuera un sector de la economía de los Estados Unidos, estaría a la par con el sector de alojamiento y servicios de alimentos, con la actividad de lavado de dinero representando el 3.1% del PIB nacional en 2023.
A pesar de su escala sustancial, el crimen financiero sigue siendo en gran medida una epidemia oculta, que se extiende por jurisdicciones y fronteras y subyace a muchos de los crímenes más graves de la sociedad: explotación financiera de ancianos, estafas, tráfico humano, tráfico de drogas y financiación del terrorismo.
La investigación que hemos realizado encuentra que el crimen financiero es un lastre invasivo para nuestra economía. Nuestro análisis muestra que el crecimiento anual del PIB de los Estados Unidos habría sido más de 0.5 puntos porcentuales más alto si solo las pérdidas por fraude se reintegraran a la economía.
Aunque el crimen financiero es un problema inmenso, sus impactos son locales y profundamente personales, a menudo con un impacto desproporcionado en los segmentos más vulnerables de nuestra sociedad. Aproximadamente el 15% de los hogares estadounidenses han sido víctimas de estafadores, sufriendo pérdidas promedio de $575, un gran revés para el 37% de todos los hogares de los EE. UU. que no pueden cubrir un gasto de emergencia de más de $400 con efectivo o ahorros. Las consecuencias de esas pérdidas, como pagos de deudas no realizados, pueden llevar a una disminución en las puntuaciones crediticias, lo que limita el acceso al crédito futuro, obstaculiza la propiedad de vivienda e incluso reduce las oportunidades de transferir riqueza a las generaciones futuras.
Para crear un sistema financiero global justo, confiable y sólido que apoye el crecimiento y proteja a los más vulnerables, abordar el crimen financiero es un imperativo global. Los criminales financieros utilizan la complejidad del sistema financiero y los marcos regulatorios a su favor. Emplean técnicas sofisticadas para enmascarar sus actividades ilícitas, evitando hábilmente los controles contra el crimen financiero y prosperando en las brechas entre sistemas compartimentados.
Pero si podemos alinearnos en prioridades clave para abordar este problema, colaborar para eliminar silos a escala global y aprovechar la tecnología de manera más efectiva, podemos adelantarnos a la actividad criminal para proteger el sistema financiero y a las personas a las que sirve. Es importante destacar que también puede desbloquear el crecimiento del PIB en toda nuestra economía.
En primer lugar, es fundamental que todos los interesados, incluidos reguladores, supervisores, las fuerzas del orden y los bancos, se alineen en una visión compartida para abordar el crimen financiero que se centre más en los resultados que en las actividades de cumplimiento meramente burocráticas. Si bien ha habido avances en esta dirección, con jurisdicciones de todo el mundo, incluidas el Reino Unido, la UE, Canadá y los Estados Unidos, evolucionando sus regímenes regulatorios, aún queda mucho por hacer.
Un mayor compromiso entre los formuladores de políticas, los reguladores, el sector privado y las fuerzas del orden será fundamental para garantizar que las regulaciones y los estándares de supervisión que se implementen prioricen tareas de cumplimiento de menor valor técnico y se centren en producir resultados de mayor calidad que proporcionen inteligencia accionable a las fuerzas del orden. Un marco regulatorio que eleve las prioridades del crimen financiero y defina medidas compartidas de efectividad reducirá la complejidad regulatoria y establecerá un marco que mejore los resultados reales de los esfuerzos contra el crimen financiero.
En segundo lugar, podemos mejorar aún más el intercambio de información dentro y entre los sectores público y privado para romper los silos que ayudan a que los criminales financieros eludan la detección. Cuando los delincuentes interactúan con el sistema financiero tradicional, dejan rastros en los datos que la analítica avanzada puede detectar y elevar a las autoridades. Si podemos conectar mejor estos puntos en los bancos y jurisdicciones, podemos frustrar de manera más efectiva a los estafadores, especialmente mediante la implementación de tecnologías impulsadas por inteligencia artificial.
En tercer lugar, debería haber un esfuerzo claro para priorizar el uso de tecnologías avanzadas basadas en datos que permitan la detección específica de patrones delictivos. Por ejemplo, las pistas dejadas por los criminales financieros asociados con el tráfico humano se materializan de manera diferente que las pistas dejadas por redes de estafadores. Un esfuerzo enfocado en adoptar estos enfoques innovadores, sin restricciones regulatorias indebidas derivadas del uso de inteligencia artificial, ayudaría a los bancos a proporcionar inteligencia más accionable a las autoridades en los crímenes que tienen el mayor impacto en nuestro sistema.
El costo social y económico del crimen financiero es inmenso. Financia los aspectos más oscuros de la sociedad y socava la confianza en el sistema financiero global. Privar a las personas tanto de seguridad económica como emocional. Retrasa a nuestra economía para alcanzar su máximo potencial.
Los bancos han estado en la primera línea de la lucha contra el crimen financiero. Estamos orgullosos de colaborar con más de 2,500 instituciones financieras de todos los tamaños, desde bancos comunitarios hasta bancos de importancia global sistémica, en esta lucha. Pero no se equivoquen: combatir el crimen financiero es una responsabilidad colectiva que debe ser compartida por el sector privado, los formuladores de políticas y los funcionarios de las fuerzas del orden en todo el mundo.
Solo mediante la unión podemos desmantelar los silos, elaborar respuestas políticas y tecnológicas urgentes, y cultivar una economía más segura, resiliente y productiva para todos.