Comentario: Desarriesgar y externalizar la amistad no son sustitutos para solucionar tus propios problemas económicos

Comentario: Desarriesgar y externalizar la amistad no son sustitutos para solucionar tus propios problemas económicos

El de-risking está de moda. En el reciente Foro Económico Mundial en Davos, tanto la Presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen como el Presidente francés Emmanuel Macron hablaron de los peligros de la «sobredependencia» en las cadenas de suministro globales. Los responsables políticos ahora pueden hablar de de-risking en lugar de desvinculación, pero el objetivo es el mismo: la autosuficiencia dentro de la cadena de valor global (GVC).

Una meta que puede tener un precio.

La búsqueda de seguridad dentro de la cadena de suministro es comprensible, especialmente con las tensiones geopolíticas, en particular la rivalidad con China, y las interrupciones internacionales de la cadena de suministro derivadas de la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania.

La clave es cómo se aborda. Existe una forma correcta y una forma incorrecta, y la mayoría de los países están optando por la última.

La decisión de Estados Unidos, y pronto la de Europa, de utilizar controles de exportación tecnológicos hacia China claramente va por el camino equivocado. Son autodestructivos, acelerando perversamente el desarrollo de la capacidad tecnológica de China, claramente evidenciado en el semiconductor Kirin de última generación utilizado en el último smartphone de Huawei. Tales controles también niegan a empresas estadounidenses, como Intel, la oportunidad de crecer a través de exportaciones a China. Y obligan a países como Indonesia, Tailandia y Vietnam a hacer la odiosa elección entre cadenas de suministro centradas en Estados Unidos o en China.

Los masivos subsidios estatales también son igual de problemáticos, distorsionando la competencia internacional en detrimento de países en desarrollo más pobres. Interrumpen el sistema comercial internacional mientras corren el riesgo de captura regulatoria, ya que las empresas que se benefician de los subsidios se vuelven dependientes de ellos.

Tampoco está claro que la amistad sea un camino claro hacia adelante. La lógica final del comercio con amigos, sea como se defina, dividiría al mundo en bloques comerciales rivales. Investigaciones recientes del Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio señalan que tal división implicaría una fragmentación financiera seria y grandes pérdidas en el PIB, de hasta un 12% en algunas regiones.

Entonces, ¿cuál es el camino correcto para lidiar con la interrupción y vulnerabilidad de la cadena de suministro? Hay dos indicaciones.

La primera es reconocer que la Organización Mundial del Comercio, a pesar de los esfuerzos de los gobiernos en Occidente y en otros lugares por debilitarla, sigue siendo el mejor lugar para abordar las preocupaciones de suministro sobre la práctica de capitalismo estatal de China. Dentro de los auspicios de la OMC, Beijing podría acordar poner fin a los subsidios para empresas estatales que operan en mercados extranjeros, a cambio de una mayor tolerancia para aquellos que suministran servicios públicos dentro de China.

Los países también pueden construir sobre la cooperación dentro de las negociaciones de comercio electrónico de la OMC, que abarcan cuestiones como protección de datos, y que reúne a actores clave, incluidos Estados Unidos y China, ofreciendo una valiosa oportunidad para un compromiso constructivo entre Washington y Beijing.

La segunda y quizás la indicación más crítica es la necesidad de marcos de políticas nacionales generales que generen una verdadera resiliencia a los impactos mediante la promoción de la innovación y la diversificación de exportaciones.

La oportunidad de implementar políticas domésticas efectivas se puede demostrar útilmente tomando como ejemplo los países involucrados en la Iniciativa de Resiliencia de la Cadena de Suministro (SCRI), un esfuerzo trilateral de Japón, India y Australia, y prospectivamente de Estados Unidos, para asegurar las cadenas de suministro y reducir la dependencia de China.

En lugar de elegir ganadores, los países de SCRI necesitan hacer lo básico correctamente. Japón debe reconstruir el espacio fiscal aumentando el impuesto sobre el consumo mientras mejora la productividad, la más baja de todas las economías del G7, a través de una mejor gubernanza corporativa. India debe mejorar la infraestructura sanitaria y educativa, modernizar las leyes laborales para eliminar los incentivos para las empresas de crear empleos y reducir aún más las restricciones al comercio. Australia debe evitar sistemas de producción demasiado rígidos basados en los peores y más infrecuentes eventos pronosticados, y Estados Unidos debe volver a políticas más abiertas de desarrollo tecnológico, lo que le permite «correr más rápido» en lugar de intentar coartar a la oposición.

Lo que estas políticas comparten es su enfoque, no estrecho, al intentar desafiar la ventaja comparativa a través de intervenciones comerciales mal dirigidas y distorsionadoras en nombre de la autosuficiencia, sino amplio, abordando fundamentos económicos para fomentar una verdadera resiliencia.

En otras palabras, los países que buscan una mayor seguridad dentro de la cadena de valor global deben concentrarse, sobre todo, en poner en orden su propia casa económica.

Ken Heydon es un exfuncionario del gobierno australiano y de la OCDE y miembro visitante de la London School of Economics. Es autor de «The Trade Weapon: How Weaponizing Trade Threatens Growth, Public Health and the Climate Transition».

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