Una nueva teoría ha explicado con éxito el fenómeno de la aparición de ‘agujeros del infierno’ en Rusia que está contribuyendo al calentamiento global. La respuesta yace en el paisaje siberiano y la teoría del ‘efecto Champagne’.
Existen cráteres únicos en las penínsulas de Yamal y Gydan en el norte de Rusia, así como en otras ubicaciones en la región ártica.
Los investigadores han propuesto varias teorías para explicar el fenómeno de su aparición pero no han abordado adecuadamente las razones de la existencia de estos ‘agujeros del infierno’.
En un artículo en preimpresión publicado en la base de datos Earth ArXiv, los investigadores revelaron que la clave de este enigma yace en el paisaje natural.
Sin embargo, el modelo de lagos antiguos no logra explicar el hecho de que los «cráteres de escape gigantes» (GECs) se encuentren en varios entornos geológicos en la península, no todos los cuales estuvieron alguna vez cubiertos por lagos, según el estudio aún no revisado por pares.
Investigaciones anteriores también vincularon estos cráteres con la acumulación de gas natural dentro de capas de hielo, pero esto no puede explicar por qué estos agujeros se encuentran solo en el norte de Rusia.
«Así, la formación de los GECs indica condiciones específicas para las penínsulas de Yamal y Gydan», escribieron los investigadores en el artículo en preimpresión.
Citando a Space, la capa de hielo en las penínsulas de Yamal y Gydan varía en espesor desde decenas hasta cientos de metros. La tierra puede haberse congelado hace más de 40,000 años, atrapando sedimentos marinos antiguos ricos en metano.
Este metano se convierte gradualmente en un vasto depósito de gas natural, generando calor y derritiendo la capa de hielo subyacente, dejando bolsas de gas en el fondo.
El permafrost en Rusia y otros países también está buscando la superficie debido al cambio climático. En lugares con capas de hielo delgadas, como las penínsulas de Yamal y Gydan, el deshielo y la presión del gas causan que la capa de hielo restante colapse, desencadenando explosiones.
El ‘efecto Champagne’ explica la presencia de pequeños montículos alrededor de los cráteres gigantes porque grandes trozos de hielo son lanzados debido a las explosiones.
Según los investigadores, la liberación de gas natural y metano durante estas explosiones podría activar un ciclo de retroalimentación climática si las temperaturas globales continúan aumentando.
«La formación de los GECs (cráteres de escape gigantes) ha sido vinculada al cambio climático global, con un aumento de las temperaturas en verano y otoño que resulta en el calentamiento y la degradación de las capas de hielo», escribieron los investigadores.
Los autores estiman que se almacenan 1,900 mil millones de toneladas (1,700 mil millones de toneladas métricas) de gases de efecto invernadero, incluyendo dióxido de carbono y metano, en las capas de hielo del Ártico. Las crecientes emisiones de las capas de hielo en deshielo son una «gran preocupación».