Dancing with the Stars es conocido por su brillo y glamour, y ha sido un pilar de la televisión estadounidense durante casi 20 años. Pero el martes, durante el estreno de temporada en horario estelar, habrá un giro inesperado cuando la estafadora convicta Anna Delvey – verdadero nombre Anna Sorokin – se suba al escenario luciendo un monitor de tobillo adornado con joyas.
En un comunicado de prensa, ABC, propiedad de Disney, describió a Sorokin como “una artista, ícono de la moda y famosa socialité de Nueva York”, así como “una notoria fashionista del monitor de tobillo”. Se unirá a un elenco que incluye a un veterano de la NBA, varias estrellas de reality shows y dos atletas olímpicos, en la última edición del spin-off estadounidense del formato Strictly Come Dancing de la BBC.
Los críticos acusaron al canal de glorificar sus crímenes pasados. El New York Post lo calificó como un “nuevo punto bajo para la cultura pop”. Algunos también han cuestionado cómo tiene derecho a vivir y trabajar en Estados Unidos, siendo ciudadana germano-rusa. El monitor electrónico en su tobillo no está relacionado con sus condenas originales de 2019, que surgieron después de que viajara por el mundo haciéndose pasar por una heredera europea, estafando a bancos, abogados y una empresa de jets privados por más de $200,000 (£150,000). En cambio, el monitor de tobillo es el resultado de una batalla migratoria que lleva años en los Estados Unidos, donde está luchando contra la deportación.
Los debates en línea están enardecidos por este nuevo capítulo de infamia. Algunos parecen admirar su ambición interminable, como si representara una especie de Sueño Americano distorsionado. Otros han criticado su continua autopromoción y su aparente falta de remordimiento como desvergonzada. Durante una acalorada discusión en el programa The View, Whoopi Goldberg dijo que su capacidad para aparecer en Dancing with the Stars, a pesar de enfrentar cargos de inmigración, es un ejemplo de un “sistema de inmigración de dos niveles” que favorece a los ricos o conectados. Otros han dicho que no es sorprendente ver que sus condenas sean pasadas por alto en un país donde un delincuente está postulando para presidente. Sorokin ganó notoriedad por primera vez cuando New York Magazine publicó una investigación sobre sus fechorías en 2018.
Sus estafas fueron luego exploradas en la serie de Netflix Inventing Anna y en el podcast de la BBC Fake Heiress. Fue la audacia lo que intrigó a la gente. Se había infiltrado en los círculos de élite de la ciudad de Nueva York en un engaño que duró años. Su objetivo era asegurar un préstamo de $22 millones para construir una fundación de arte con su propio nombre. Mientras vivía bajo la personalidad de heredera, falsificó extractos bancarios, no pagó miles de dólares en facturas de hoteles, se fue de restaurantes sin pagar, emitió cheques sin fondos, creó correos electrónicos falsos de contadores y dejó que otros pagaran sus cuentas después de gastos extravagantes. Pequeñas empresas e individuos también fueron afectados. “Ha sido una figura pública durante tanto tiempo que no creo que la gente recuerde los detalles de cuáles fueron los crímenes, si es que alguna vez los supieron”, dijo Jessica Pressler, quien escribió el primer artículo sobre ella en New York Magazine y se convirtió en la inspiración para el personaje ficticio de la periodista en Inventing Anna. “La gente no mira mucho más allá de la superficie”, añadió, reconociendo que esto es lo que ayudó al engaño original. “Dancing With the Stars… es una extensión natural de la historia”.
