El retiro de entrenadores como Nick Saban siempre es impactante, especialmente cuando Alabama realmente no había perdido un paso. Tal vez medio paso, pero ciertamente no a niveles de Bobby Bowden o Joe Paterno, y eso llevará a un montón de especulaciones sobre por qué está haciendo esto ahora, según informes el entrenador está poniendo fin a su carrera.
Al recibir esa explicación, si es que la obtenemos, la elección tendrá sentido a la luz del día, pero no calmará la finalidad repentina para los fanáticos de Alabama.
Saban, de 72 años, ganó siete títulos nacionales, seis en Tuscaloosa y uno en LSU. Sus mejores equipos son tan buenos como cualquiera y la cantidad de talento increíble que reclutó y desarrolló se compara con el Miami en su apogeo. La gente recordará a los receptores y los cuatro ganadores del Heisman, pero también debería hablar sobre el personal defensivo que llegó a la NFL tan preparado y pulido como podría ser.
Su partida arroja un poco de turbulencia en la SEC porque las transiciones de entrenadores nunca son fáciles, y eso sin mencionar la reorganización de la conferencia. Bajo el liderazgo de Saban y la expansión del College Football Playoff programada para el próximo año, los fanáticos podrían haber escrito «Alabama» con tinta en su cuadro de 12 equipos, y ahora, como mucho, pueden apuntarlos con lápiz.
A pesar de lo que pienses sobre Saban, esta es una pérdida sísmica para el fútbol universitario y una que provocará varios brindis de despedida y buenos riddance. El villano simbólico del deporte, el santo patrón de la SEC se ha ido. El mejor amigo y mentor de Paul Finebaum y el segundo invitado más popular de Pat McAfee se retira.
El panorama del fútbol universitario cambió drásticamente con la llegada del dinero de NIL y el portal de transferencias, lo que hace que retener un plantel sea tan importante como reclutarlo. El estrés de controlar a jóvenes universitarios con visiones de estrellato en la NFL debe ser agotador para los entrenadores de fútbol universitario, para lo que está el dinero de millones de dólares, pero incluso con el salario más alto del país, la paciencia de Saban ya estaba empezando a flaquear.
Quién sabe si eso jugó un papel, o si Nick Saban alguna vez lo admitiría. Lo que sí sabemos es que si de hecho ha dirigido su último partido de fútbol universitario, deja el deporte como el mejor entrenador de este siglo, con argumentos para ser el mejor de todos los tiempos.