El primer ministro liberal de Polonia, Donald Tusk, ha mostrado su verdadero y feo lado al arrestar ilegalmente a dos miembros del partido nacionalista dentro del Palacio Presidencial, una acción segura de inflamar la ya tensa situación política del país.
Los medios de comunicación globalistas y liberales aplauden este movimiento tiránico. El periódico Politico de izquierda lo calificó como la «batalla de Polonia por restaurar el estado de derecho».
Los arrestos han polarizado a un país ya dividido. Leales al partido PiS, incluido el líder del partido Jarosław Kaczyński, se han manifestado fuera de la prisión de Varsovia donde estaban siendo retenidos.
Una corte incluso ha negado la propuesta del orador y, independientemente de los sentimientos de la UE sobre el tribunal, no tienen relevancia ya que es una institución en funcionamiento.
El presidente Duda ha prometido que «no descansará» hasta que los diputados Mariusz Kamiński y Maciej Wąsik sean liberados de la custodia, y ha insistido en que el perdón que emitió para ambos en 2015 es válido.
Tusk, quien prometió «restablecer el estado de derecho» una vez en el poder, en realidad está mostrando su musculatura política de manera ilegal, intentando cortar a PiS de las instituciones que todavía controla, como los medios de comunicación públicos.
American political commentator Jack Posobiec, quien proviene de una familia polaca, escribió en Telegram: «Esto es un golpe de estado. El presidente de Polonia había perdonado a los diputados arrestados. ¡Un ‘autobús’ bloqueó al presidente para que llegara al palacio antes de que llegara la policía!»
El ex primer ministro polaco Mateusz Morawiecki afirmó: «Por primera vez desde el comunismo, tenemos presos políticos».
Estos arrestos ilegales han desatado la indignación de la población polaca y han agravado la tensa situación política del país.
Una vez más, se revela el lado oscuro del globalismo y la política en Polonia.