El mes pasado, un fallo de un tribunal de apelaciones federales frenó a The Fearless Fund de otorgar subvenciones a emprendedoras afroamericanas en el último de una larga serie de ataques contra programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI). La decisión tiene implicaciones preocupantes para cada organización sin fines de lucro, negocio e individuo en los Estados Unidos.
La Fundación Fearless se creó en 2018 para ayudar a abordar las disparidades en la financiación de capital de riesgo para empresas fundadas por mujeres afroamericanas y mujeres de color. En 2022, solo el 0.1% de la financiación de capital de riesgo fue a parar a fundadoras negras y latinas y solo el 0.036% fue para mujeres afroamericanas.
Cuando la Fundación Fearless y el Fearless Fund lanzaron un concurso para otorgar subvenciones de $20,000 a cuatro empresas dirigidas por mujeres negras, fueron demandados por la Alianza Estadounidense por los Derechos Iguales, una organización sin fines de lucro que representaba a tres mujeres no negras anonimas que afirmaban que el concurso era discriminatorio y violaba la Ley de Derechos Civiles de 1866, una ley posterior al final de la Guerra Civil que fue diseñada para permitir que las personas negras fueran parte de contratos.
La demanda es parte de un esfuerzo coordinado de grupos conservadores para socavar los programas de diversidad. Sin embargo, cuando el 11º Circuito Judicial estuvo de acuerdo con los demandantes y bloqueó provisionalmente las subvenciones de la Fundación Fearless, fue mucho más allá: logró socavar toda la base de la filantropía en los Estados Unidos.
Las organizaciones benéficas han recaudado fondos de donantes y emitido subvenciones para ayudar a apoyar a grupos demográficos específicos, ayudando a elevar a personas de diferentes géneros, etnias y niveles socioeconómicos durante décadas. Si se mantiene y se expande a otros circuitos, el fallo de Fearless podría hacer imposible que las organizaciones benéficas aseguren que los fondos se dirijan de acuerdo con su misión. También podría subvertir los deseos del 60% de los hogares estadounidenses que donan a organizaciones benéficas en un año determinado.
Las implicaciones del fallo de Fearless se extienden mucho más allá del mundo sin fines de lucro. El tribunal permitió que las partes permanecieran en el anonimato, lo que fomenta una industria de demandas perpetuas, exponiendo a las empresas a interminables desafíos legales con escasas opciones.
Lo peor de todo es el efecto paralizante que este fallo y otros similares pueden tener en las salas de juntas corporativas en todo el país. A medida que los grupos activistas presentan demandas cada vez más frívolas, es importante reconocer que su objetivo no es necesariamente ganar. Es hacer que individuos y empresas se cuestionen si vale la pena apoyar los esfuerzos de diversidad en absoluto.
No nos equivoquemos: una encuesta que encargamos el año pasado encontró un amplio apoyo en líneas raciales, generacionales e ideológicas para los esfuerzos de las empresas para reflejar la diversidad de la población estadounidense, incluido un 67% de republicanos. Y las empresas que priorizan la diversidad superan a las que no lo hacen. Pero incluso con estas certezas, la amenaza de una demanda puede ser un peso pesado en la balanza cuando una empresa decide cuánto invertir seriamente en programas DEI.
¿Qué hacemos ahora? El Fearless Fund está revisando todas las opciones para responder al fallo de la Corte del 11º Circuito y sigue comprometido con su misión de invertir en grupos subrepresentados, incluidas las mujeres afroamericanas. Sabemos que este caso concierne mucho más que simplemente un programa de subvenciones. Se trata de la lucha por la equidad, y quienes estamos en esta lucha debemos ser ruidosos e inquebrantables sobre nuestros compromisos y determinación. De lo contrario, los extremistas que están abusando del sistema legal saldrán victoriosos.